jueves, 17 de noviembre de 2011

Señales y prodigios

Estaba leyendo mi devocional diario y hablaba de que hoy en día Dios todavía es Dios.

Terminé de escribir la última letra de mi ensayo final a las 12:55pm y debía ser entregado antes de las 13:00 hrs.

La impresora no imprimía, Lamparita colapsó luego de quedar encendida durante cuatro días consecutivos (para dormir sólo la ponía en modo de Reposo), y en el centro de impresiones de Office Deppot más escondido de la cuidad, esta vez estaba lleno a reventar y sólo había un empleado.

Sip, todo pintaba para un desastre, pero en mi interior, estaba confiada y en mi exterior, irradiaba una serenidad sobrenatural.

Como si se tratara de cualquier cosa, tomé mi iPad, mi USB con todos los archivos, y salí por un taxi. En el camino iba pensando en cuanto amaba a Dios, y la diferencia de este día con el caos que viví también para presentar el examen de ingreso a la maestría.

Sin darme cuenta, ya estaba entregando mi USB al unico empleado, era el turno 100, pero "inexplicablemente" todos los clientes desaparecieron en lo que la chica de la compu número 4 le gritaba al empleado que quería 30 min. Más de servicio, y éste le destrababa la compu, así que cuando se fueron a "ganar tiempo" los clientes comprando mas cosas, me cedieron su turno y me adelanté a cuatro. Nop, no fue buena suerte, era mi Papá.

Al salir oraba por que el tráfico de la tarde no me retrasara mucho, pedí un taxista de buen corazón que me llevara a prisa, (en esta ciudad, pedir más que llegar viva es una exageración).

Me tocó un taxista tan agradable, conocía el camino más corto, directo y secreto para ir de eje 5 sur a Ciudad Universitaria.

Platicamos de tantas cosas, de mi experiencia en la maestría, de su compadre chillón cuando se emborracha, de su amiga "cristina" que corrompe cristianos porque se los lleva a chupar a las discos, y para cuando me dí cuenta, ya estaba pagándole y entrando a la facultad.

Por supuesto ya no estaba el maestro que me recibiría hoy el trabajo, pero mi paz no se iba pese a recorrer salón por salón del edificio de seminarios.

Al final le marqué y me dijo que podía entregarlo el martes próximo. No, esto tampoco es casualidad.

Lo único que lamento es haber dejado a mis niños del Británico sin clases, no se si les llevaron la actividad que les preparé, espero que sí.

Después de dos semanas intensas de producción intelectual y exprimir a mi cerebro de ideas creativas, igual que Lamparita, estoy por colapsar... Es como si mi sentido de alerta se apagara poco a poco, tengo hambre, estoy en la facultad todavía, escribiendo desde la Biblioteca, pero no me puedo parar. Sólo quiero irme a tirar a "Las Islas" al pasto y que alguien me lleve a casa cargando.

Lo peor es que me vine de taconcitos y no quiero caminar. De poder, no puedo, pero si pudiera tampoco lo haría.

En fin, trataré de salir a comer algo y luego sigo escribiendo. Tengo mucho que capturar antes de que lo olvide.

Para acordarme de porqué no voy a hacer el doctorado.

A menos que mi Papá diga algo diferente.

Gracias Papá, por acompañarme hasta aquí, por pagarme por estudiar y vivir mi sueño, por ayudarme a terminar. Ni el Chino (le cambié de nombre a Caifáz mi pescadito), me acompañó en cada momento como Tú.

Te amo Dios, porque sigues a mi lado, y porque sigues siendo Dios.


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